domingo, 6 de julio de 2008

La paz que el mundo no te da

Ayer estuve con un@s amig@s en Soria, visitando a las Clarisas del Convento de Santo Domingo de Guzman, una espectacular joya del románico y una celestial joya de nuestra Iglesia.

Fui a visitar a mi capellana, Sor Mirian Nazaret, para pedirle oraciones por los frutos del viaje a Calcuta: para que sea capaz de descubrir las sorpresas que Dios me tiene preparadas, si es que las tiene. También por los frutos de la Jornada Mundial de la Juventud en Sidney, en especial por mi Parroquia, que viajan 123 personas y que en estos momentos están todavía de viaje hacia Australia. Y por otras intenciones, familia, amigos, ...

Como siempre me fui con la sensación de que quien está encerrado, quien está al otro lado de la reja soy yo.

Recuerdo que la primera vez que las visité hace año y medio, salí convencido que merecía la pena apostar por Dios al ver su alegría, la paz que transmiten ... idéntica a la que me encuentro en las casas de las Misioneras de la Caridad, aunque el carisma en distinto, pues el origen es el mismo.

Y me hace plantearme con más fuerza (luego se diluye rápidamente, por eso no dejo de visitarlas, no quiero que se convierta en un sentimiento pasajero) el porque de las cosas, las mías, las de los demás, mis intenciones, mis afectos, mis preferencias ...

Cuando nos volvíamos paramos en Medinaceli y se nos regaló con una maravillosa puesta de Sol.

Un día completo.

Hoy me encontrado con una amiga que también viaja a Calcuta este año, en agosto y septiembre, y también con otra chica que quiere viajar también este año. Y he vuelto a recordar todas las sensaciones del anterior viaje y se me ha puesto una cara de tonto que todavía no se me ha quitado. Y me vuelvo a preguntar ¿qué tiene Calcuta?, ¿por qué se aloja en el corazón de tanta gente?

Y la respuesta es: el Amor que se respira junto a las Misioneras de la Caridad, y también junto a las Clarisas de Soria, y junto a aquellas personas que apuestan fuerte en su vida y lo dejan todo al servicio de los demás, tanto activamente como en la contemplación. Todo por Amor.

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