lunes, 2 de junio de 2008

Retales de un viaje I

Calcuta, domingo 3 de agosto de 2003

"Muy buenas, que les digas a los padres que ya he llegado y que estoy vivo ... todavia (como podras comprobar en este pais no han llegado todavia los acentos, por lo que me ahorrare ponerlos).

Hoy he estado en una de las casas de la Madre, donde habia un punao de ninos (la ene con palito encima tampoco ha llegado) con problemas fisicos y siquicos ... y entre el viaje de ayer desde el aeropuerto y lo de hoy uno se queda totalmente sin palabras ... ES UN BOMBARDEO CONTINUO DE EMOCIONES DE TODO TIPO, ES LA PUTA LECHE! (perdon por lo de leche).

Bueno, manda muchos besos y achuchones multiples a tutiplen."

Hace cinco años hice un viaje que marcó mi vida. Un viaje inolvidable, por su dureza y por su emoción. Hace cinco años viajé a Calcuta.

Miguel Aranguren, en el primer libro que escribió (Desde un tren africano), definió las casas de las Misioneras de la Caridad como la antesala del Paraíso.

Nunca una definición fue más acertada.

Yo voy a relatar mi viaje a ese Paraíso a través de los correos que envié. Por donde me llevó. Como me llevó. Un viaje que, si Dios quiere, volveré a retomar este año.

Pero también os quiero relatar otro viaje paralelo que todavía no ha terminado, un viaje que comenzó en mi alma. Hace 5 años ... ¡cinco años ya! ... y mira que tiene rima fácil ... que comencé un viaje. Un viaje que empezó en Calcuta. Un viaje que no ha terminado todavía. Un viaje que me llevó a encontrar la paz. El comienzo de la felicidad.

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