Retales de un viaje III

Calcuta, miércoles 6 de agosto de 2003

“Aquí me ando de nuevo por los ciberespacios, hoy estamos destrozados/as todos/as ... y solo llevamos desde el sábado ...

Hasta ahora he estado en tres de las casas que hay aquí en Calcuta de las 7 u 8 que hay.

El domingo, que fue el primer día de curro para nos, estuvimos en Daya Dan, pues el domingo no se entregaban pases y esta era unas de las casas donde no hacia falta. En esta hay 55 niños que aquí llaman handicap, usease: tetrapléjicos, autistas, ciegos, con grandes deformaciones en el cuerpo, sin movilidad alguna, con poca movilidad, ... vamos, lo peorcito de la infancia de Calcuta, casi todos han sido recogidos en la calle, especialmente en vertederos, aunque los vertederos aquí se improvisan de una manera espectacular. Con ellos es una autentica pasada trabajar, pues además de necesitar mucho cariño necesitan que se les estimule continuamente, por lo que no paras de cantarles, acariciarles, dar palmas con ellos, ..., el problema es que también se curra mucho de trabajo físico, hay que limpiar sus cunas, limpiar sus meados y cacas, darles de comer, trasladarles de un sitio para otro ... hay un niño que es autista y albino, con los rasgos indús pero enyesado de arriba a abajo, el pelo blanco y los ojos ... ROJOS, la verdad es que impresiona cuando te lo encuentras por el pasillo en la penumbra, pero siempre se esta riendo.

Además esta Ajai Kusur, que tiene microcefalia (creo); esta es de las que en principio ni sienten ni padecen, pero cuando le dices su nombre y le acaricias la palma de la mano te regala la mayor de las sonrisas; también esta Sungita Mary, que es capaz de decir su propio nombre y además es muy amiga de Josephine, ninguna de las dos puede andar y como no, tienen paralisis cerebral, pero siempre están sonriendo, con solo mirarlas te sonríen, Sungita además es muy presumida y hay que ponerle collares y pulseras y decirle que esta muy guapa ... bueno, paro que me enrollo.

El lunes estuvimos en la casa que tienen en el barrio donde esta ambientado el libro de la Cuidad de la Alegria ... si las calles de Calcuta impresionan, este barrio supera esa impresion con creces ... el aspecto es desolador, las calles estrechisimas, infinidad de gente en un estado de pobreza mayusculo ... y de verdad es la cuidad de la alegria, pues se puede pasear por sus calles sin nigun problema, todo el mundo te saluda, te preguntan el nombre, de donde eres ... y todo con la mayor de las sonrisas. Aqui las Hermanas de la caridad tienen una casa donde tienen acogidos a unos 15 ninos normales, sin mayor problema que el afectivo, ademas dan clases de ingles a todos los ninos que quieran ir del barrio, por lo que se pueden juntar en el momento de clase unos 40 ninos ... de autentico espanto. Aqui me hice amigo de Pongol, que es un nino de unos 4 anos que recogieron junto con su hermana de la estacion de autobuses y solo sabe hablar bengali, aunque le encanta jugar y es muy vergonzoso y un poquitin trasto, ademas tenian a una nina de un ano, que hacia tan solo dos dias habian recojido de un vertedero con un gran problema de malnutricion, era una pasada ver como se comia todo el platazo que le dieron.

El martes, volvi a Daya Dan, he decidido que esta va a ser mi casa ... se respira mas paz que en el Shushi Babhavn (Casa de los ninos) de la Cuidad de la Alegria, aqui al menos no corretean alrededor de ti. Por la tarde no fuimos a Kali Gat, este es un centro donde llevan a la gente moribunda o con enfermedades terminales en muy avanzado estado, solo para ayudarles a morir ... SOLO! ..., yo la verdad es que no pude aguantar la presion y me tuve que salir fuera al poquito de entrar, aunque creo que volvere alguna tarde de nuevo, ya veremos.

Y hoy de nuevo he vuelto a Daya Dan por la manana, hoy han venido un grupo de coreanos, que cada dia van a una casa diferente, y la verdad es que nos lo hemos pasado muy bien, pues les han cantado muchas canciones y era un espectaculo ver a todos los ninos ensimismados con las canciones de los coreanos, ademas he ligado con tres de ellas, la pena es que no van a volver a esta casa, de todas maneras como las vere todas las mananas a ver si se intenta algo y en el proximo Hyundai me hacen descuento.

Bueno, os dejo que estan empezando a chapar este garito.

Besos y abrazos.”


Vemos en todos los medios de comunicación a gente pagada de si misma. “Triunfadores” que tienen sus minutos de gloria. Gente muy diversa: banqueros, empresarios, futbolistas, cantantes, triunfitos, ..., y muchos sin oficio ni beneficio, famosillos porque sí.

Se nos muestran a nuestros ojos como verdaderos ganadores, gente que ha llegado alto y ha conseguido destacar sobre los demás. Incluso algunos con grandes esfuerzos, muchos optando por la vía fácil, la más rápida. Pero en casi todos un punto en común. A cualquier precio. Sin importar la paga, ya sea familia, amigos, principios, dignidad.

Y se nos vende que todos esos “triunfadores” han alcanzado la meta. ¿De verdad es así?, ¿su felicidad es plena?, ¿su felicidad es real?, ¿o puede que tan solo sea fingida?

Las pruebas nos demuestran el teatro que rodea a todas estas personas. Cuando se ha hurgado en sus vidas hemos visto soledad, amargura, angustia. Una vida cimentada en mentiras y apariencias. En algunos casos dantescas demostraciones de falsedad.

¿Y estos deben ser mis ídolos?, ¿es en sus vidas donde me tengo que reflejar?, ¿deben ser ellos quienes me conduzcan al verdadero triunfo?, ¿su ejemplo a de llenar todos mis deseos?

Y ahí es donde viene la cosa. ¿Qué queremos?, ¿qué es lo que de verdad anhela el ser humano?, ¿a qué aspiramos?, ¿cuál a sido la continua búsqueda del hombre?

Creo que no me equivoco si afirmo que la felicidad.

Este es el fin último de todos los actos del ser humano: ser feliz, plenamente feliz.

Y me vuelvo a preguntar, ¿soy feliz?, ¿dónde he visto que la felicidad se haga verdad?

Por suerte, siempre ha habido gente incómoda para el mundo que son felices. Aunque no salen en los medios de comunicación, pero que están ahí, a nuestro lado. Y nos muestran otra realidad. Real. Sin artificios. Sin imposturas. Gente con debilidades, que no se esconden, que no intentan demostrarnos nada más que lo que son. Portadores de la verdad. Felices, aún a pesar de ellos mismos.