sábado, 2 de mayo de 2015

LA PROCRASTINACIÓN INDUCIDA

Hoy traigo una definición un poco sujeta con alfileres y es la de la procrastinación inducida.

La procrastinación, la normal, la de siempre, se podría definir como posponer una decisión por no sentirnos preparados para afrontarla, esperando que ésta se resuelva por sí sola; lo cual implica que el problema está dentro de la propia persona que es la que se bloquea ante un asunto que considera irresoluble, cuando la mayoría de la veces no es real, si no que el verdadero problema es de aptitudes.

En cambio, la inducida, no es realmente una postergación de una tarea por no saber enfrentarse a ella, más bien, es la postergación de otra tarea ajena a la persona que procrastina.

Me explico, supongamos que una persona con responsabilidad se encuentra postergando una tarea importante, encima con fecha de entrega. Si esta tarea no consigue solucionarse por sí sola (que será lo más normal), conforme vaya acercándose la fecha de entrega su ansiedad ira aumentando, lo que le provocará también un aumento en su bloqueo.

Al no saber como afrontar el problema, solo verá como solución asignar esa tarea a algún subordinado suyo, normalmente al más preparado, al que siempre le saca las castañas del fuego. Esto tiene dos ventajas añadidas, por un lado, si sale mal y/o no se cumplen plazos de entrega tendrá a quien culpar, y si sale bien, como esta persona suele estar siempre de trabajo hasta arriba, podrá apuntarse un tanto sin problema.

Cuando se asigna la nueva tarea, como se ha ido postergando hasta casi la fecha de entrega, la persona elegida tendrá que dejar todo su trabajo para así intentar cumplir los plazos previstos. En este caso, al verse obligado a dejar sus tareas, la procrastinación ha sido inducida, es externa a la persona que realiza el trabajo. Pero la procrastinación existe, su jefe es quien la ejecuta e induce y, lo peor de todo, es que se duplica el problema, pues el jefe no solo ha postergado su trabajo, si no que, encima obliga a otra persona a postergar el suyo. Pero claro, al final, el primero sí se realiza y el segundo no.

Esta situación provoca en el subordinado dos grandes problemas:
1º Por un lado, al dejar su propia tarea sin realizar, le da motivos a su jefe para cuestionar su valía frente a otros.
2º Por otro, como se siente cuestionado por su jefe, intentará realizar las tareas de su jefe lo mejor posible, para no darle motivos de queja.

Pero su tarea sigue sin realizarse, por lo que volvemos al primer problema y, de este, al segundo ... y así entramos en un bucle, en el cual el único beneficiado será el jefe. Diabólico, ¿a qué sí?

Puede parecer que no hay posibilidad de poder escapar de una persona así y sí la hay, y la solución es bien fácil:

NO HACER LA TEREA ENCOMENDADA, NO, NOT, KEINE, INGEN, NÃO ... NONES.

Dirás, “pero si no hace la tarea su jefe tendrá motivos para echarle la culpa”. Eso será verdad si la persona a la que se le encargó la tarea no ha hecho su propio trabajo, quicir, si en lugar de hacer la tarea del jefe hace lo que tiene que hacer normalmente y, además, lo hace bien y en tiempo, su jefe no tendrá ninguna posibilidad de echarle la culpa de nada y si lo hace, quedará en evidencia, pues los demás verán que el subordinado sí hizo su trabajo, mientras que el trabajo que no está hecho es el que tenía que hacer el jefe.

Os puedo asegurar que funciona y que es la única solución al problema ... bueno, siempre y cuando el jefe no sea el primero en la escala de mando, que en este caso es muy raro que se produzca la procrastinación, aunque se puede dar y entonces el subordinado estará jodido.

Es verdad que hay muchas más variantes de procrastinación inducida, pero esta suele ser la más normal y prácticamente en todas la solución es la misma: haz tu trabajo e ignora el marrón que te ha sobrevenido. No caigas en la trampa del que no está capacitado para realizar las tareas propias de su puesto de trabajo.